Fotos por el autor Saltas de espaldas, rompes el espejo del agua, penetras en el fluido. Comienzas a caer. La fuerza de gravedad actúa sobre el cilindro metálico (de más de veinte kilos) que llevas al dorso jalándote hacia la profundidad. El mar, cual gigantesca amiba, te engulle: sumergiéndote