Cupido en su forma arácnida
El mejor regalo que he recibido un catorce de febrero ‒por no decir el único‒ fue cuando tenía diecinueve años. La verdad es que nunca he sentido particular entusiasmo por esa fecha telúrica de la mercadotecnia global. Todo lo contrario, las efemérides impuestas por el supuesto día del amo